La presencia de los Sacerdotes del Sagrado de Jesús (Dehonianos) en tierras chilenas, comenzó a gestarse a partir del año 1949. En donde el Cardenal José María Caro, aprobó la presencia nuestra en estas tierras huasas y además nos pidió que atendiéramos espiritualmente el sector de Vitacura, el cual dependía de la Parroquia San Ramón.
De hecho nuestra primera misión encomendada en Chile consistió en asistir espiritualmente la Parroquia San Ramón y su colegio parroquial (Comuna de Providencia). Pero al poco tiempo el Arzobispo Caro, nos ofreció la posibilidad de fundar una nueva Parroquia. En noviembre de 1951, se colocó la primera piedra de la futura Parroquia, y el nombre de ella estaría dedicado a la Inmaculada Concepción de la Virgen María (Comuna de Vitacura). Dos años más tarde, en el mes de diciembre de 1953, nuestra congregación abría las puertas de nuestra primera Parroquia en Chile.
“En dicho sector había una capilla de materiales muy humildes, pero llena de esperanza y de fraternidad. Nuestros parroquianos eran las familias de los areneros que vivían en los márgenes del río Mapocho”.

En cierta ocasión el Cardenal José María Caro, hizo una visita sorpresiva al Colegio San Ramón, la intención era invitar a nuestro superior de comunidad Padre Mensink, al sector de la Comuna de Ñuñoa.
El Cardenal veía una necesidad pastoral que podía ser atendida por los nuestros en ese sector, el cual crecía rápidamente en su número de población. José María Caro le exteriorizó al Padre Teodoro Mensink, su deseo de construir allí una Parroquia e incluso le contó, que ya le habían donado el terreno las religiosas de la Divina Providencia.
Al poco tiempo de esa conversación el Padre Teodoro Mensink, nombró al Padre Enrique Figee, para iniciar la obra de la nueva Parroquia, que llevaría por nombre Santa Marta, en honor a la Superiora General de la Congregación que dono el terreno. En noviembre de 1951, se puso la primera piedra con la presencia del embajador de Holanda; Señor Piet Kasteel.
A las fundaciones anteriores se debe sumar la de la Parroquia de Teno, la cual fue fruto de las conversaciones en el año 1948, con don Manuel Larrain, Obispo de Talca. En efecto la parroquia de Teno, comenzó con presencia de religiosos dehonianos en el año 1950. Siendo los primeros misioneros los Padres Mateo van den Hombergh, José Pouwels y Arnoldo Van der Meer.
Carisma y Espiritualidad
Espiritualidad
Hablar de espiritualidad dehoniana es hablar necesariamente del corazón de Jesús. Es por ello que nuestra primera tarea es revitalizar el concepto bíblico de corazón. La palabra corazón está repleta de significado, aparece más de mil veces en toda la Escritura. Esta palabra tiene resonancias distintas en nuestra cultura y en la cultura hebrea. Generalmente, hablar de corazón en la cultura occidental nos remite al mundo afectivo del ser humano: sus sentimientos y emociones. En cambio, en el lenguaje bíblico, el corazón tiene un sentido mucho más amplio: designa toda la personalidad consciente, inteligente y libre del ser humano.
La Biblia no tiene reparos en hablar del corazón de Dios ya en el A.T. no lo hace en sentido literal, sino que refleja una realidad más profunda: Dios ama y quiere, proyecta la salvación de su pueblo y de todas las familias de la tierra. Dios se compadece del sufrimiento de su pueblo. Podríamos decir que el corazón de Dios es tierno y compasivo, lento para enojarse, rico en piedad y leal (Ex 34,6). Por la encarnación, el corazón de Jesús participa realmente de nuestra condición humana y asume nuestros anhelos más profundos. Porque ha compartido nuestra existencia entiende y habla nuestro lenguaje. En sus actitudes, podemos descubrir que el corazón de Jesús encarna el Reino y personifica el amor del Padre.
Se acerca a los que nadie se acercaba, es decir, a los marginados y excluidos para hacer presente la actitud amorosa del Padre que tiene otro plan para los pequeños y pecadores. El plan que Dios tiene para todos los hombres y mujeres y para toda la creación, es conducirlos hacia su dignidad total y plena.
Esta aproximación a la espiritualidad dehoniana a través de sus lemas da cuenta cabal de las opciones de oblación y reparación, que constituyen parte medular de la experiencia de fe del p. León Dehon. Tanto la oblación como la reparación, que el propio P. Dehon presenta en ocasiones unidas como “oblación-reparadora”, tienen una dimensión interior, contemplativa, y una exterior, de acción y compromiso. El mensaje del Padre Dehon es claro y actual: no se puede amar al Dios Amor sino en su Hijo presente en la Eucaristía y en la vida de los hombres, sobre todo de los más pobres, de los obreros, de los excluidos.
La espiritualidad del Padre Dehon consiste fundamentalmente en un Amor ardiente al corazón de Cristo unido a la reparación de amor que se vuelca hacia los pobres (los preferidos de Cristo).
Por lo tanto, la misión dehoniana se basa en tres puntos:
Ver: Es la mirada inteligente, analítica, crítica, lúcida y misericordiosa de la realidad para conocerla profundamente y acogerla.
Amar: Es la apertura de corazón para encontrarse con Dios y salir a la búsqueda del otro.
Servir: Es el compromiso de transformar e mundo mediante un estilo de vida consistente a nivel individual y colectivo.
Ahora lo que caracteriza a los SCJ, y los distingue de los otros institutos de vida consagrada, no es una determinada actividad apostólica, sino la espiritualidad heredada del P. Dehon. Lo que nos mueve es Vivir e interiorizar la espiritualidad del Corazón de Jesús, es centrar todo en el amor redentor de Jesucristo encarnado e interpretarlo todo a la luz del amor. La unión entre dos personas no puede ser verdadera y durable si no nace del corazón y en el corazón se realiza. Es el propio Dios quien ha salido al encuentro del hombre y lo ha invitado a vivir en una verdadera comunión de amor con Él, con los demás hombres y mujeres y con la creación.
La vivencia de la espiritualidad del corazón de Jesús se caracteriza por la exigencia de interioridad. La mutua presencia de Cristo en nuestro corazón y de nosotros en su Corazón expresa el misterio de la identificación vital entre lo más profundo del corazón del hombre y lo más profundo de Cristo: su corazón. San Pablo lo expresaba con estas palabras: «Y ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20). El amor no puede realizarse sino a través de la propia entrega.
Las formas y desarrollo de esa identificación vital del corazón humano con el corazón de Cristo en el amor, pueden adoptar matices y tonalidades diversos. La espiritualidad dehoniana adopta un cariz especial basado en la vivencia de fe del P. León Dehon.
Ecce Venio: (Aquí Estoy Señor para hacer tu Voluntad)
Para construir el Reino se requiere cultivar una actitud personal de abandono confiado y de generosidad: Dejarse moldear por Dios un corazón cada vez más disponible a la voluntad de Dios. La voluntad divina no es otra que la plenificación total de la dignidad de los hombres y mujeres y de la creación entera.
Adveniat Regnum Tuum: (Que Venga tu Reino)
El compromiso solidario en la transformación de este mundo mediante la construcción del Reino de Dios en sus dimensiones personal, social y cósmica. Este compromiso brota de la configuración de su corazón al Corazón de Jesús.
Sint Unum: (Que Sean Uno)
Para concretizar el proyecto del Reino en el presente y, a la vez, ser signo anticipatorio del Reino escatológico, Jesús nos propone fomentar y vivir la comunión. La fraternidad es testimonio vivo de la participación responsable en función de un proyecto común, dentro de un marco de tolerancia, de respeto, de diálogo y de aceptación integradora del otro diverso, porque reconocemos en él a otro hijo de Dios, hermano nuestro.
Fundador de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
La vida del P. Dehon marca profundamente nuestra fundación y carisma. En los años siguientes es donde se marca la época decisiva para la realización de su obra más importante y trascendente, la herencia que deja a una iglesia que necesitaba de nuestra fundación para asumir la defensa de la doctrina social de la Iglesia y las misiones en África y América.
En los años de formación espiritual en Santa Clara-Roma , el joven León Dehon profundizó su devoción al Corazón de Jesús, abriéndose a la espiritualidad de amor y de reparación al señor en el espíritu de entrega total. En los primeros años de ministerio sacerdotal, esta espiritualidad se reforzó posteriormente, sea porque en San Quintín reinaba una “tradicional y profunda devoción al Sagrado Corazón” y por los contactos espirituales que León Dehon tenía con las Siervas, Instituto animado por el espíritu de víctima. Esta espiritualidad orientó también su ministerio pastoral, dirigido a “construir el Reino del Corazón de Jesús en las almas y en las sociedades” con una atención particular hacia los más pobres de su tiempo.
Sin embargo, el P. Dehon no estaba contento con todos sus logros. Sentía que por tanto trabajo, no podía conservar la vida interior en Cristo que tanto le movía. Experimentaba una gran atracción por conseguir abandonarse al máximo, por completo al Corazón de Jesús, sin embargo ninguna congregación religiosa cumplía con lo que el andaba buscando. Una Congregación, cuyo ideal fuese el amor y la reparación al Corazón de Jesús. La respuesta al amor gratuito que sentía de parte de Dios.
Quería ser religioso a toda costa. Pero no podía deshacerse de sus obras. Por lo cual decide fundar él mismo los “Oblatos del Corazón de Jesús”, como primera expresión histórica de su carisma personal que más adelante toma el Nombre de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús. Este Instituto encuentra su origen en la experiencia de fe del Padre Dehon. Pero ya desde los inicios quiere hacer partícipes de este carisma suyo también a laicos, fundando la Asociación Reparadora: todos llamados a dar al Corazón de Jesús el “culto de amor y de reparación que su Corazón desea” y a instaurar su Reino. Es así que desde ese momento se habla de familia dehoniana.
En los días de retiro, como preparación a su noviciado, escribe las Constituciones del nuevo Instituto, que resume en estas palabras: Amor, Reparación, Oblación… O sea, la Reparación al Corazón de Jesús, sería el fin de su Instituto. La Oblación, o sea la entrega gozosa de sí mismo a la voluntad de Dios y la aceptación de todo lo que le tocaria vivir en pos de la construcción del reino, sería el medio a emplear. Y el motivo de toda esta entrega generosa, sería el Amor.
No es secreto que nuestro fundador el Venerable Padre León Dehon fue un hombre tremendamente inquieto, que supo poner por escrito su experiencia de Dios, su pensamiento, reflexiones y anhelos.
Son miles de hojas de escritos de los más diversos temas, que con el correr de los años, siguen dándonos luces de la forma de ser y actuar de este hombre de Dios.
En un esfuerzo por acercar sus escritos a toda la familia Dehoniana, es que en el 171 aniversario, el Centro de Estudios Dehonianos de nuestra congregación ha estrenado el sitio DEHONDOCS, que reúne muchos de los escritos de nuestro fundador y que sigue día a día enriqueciéndose de nuevos documentos que se siguen digitalizando.